El nombre de El Greco merece grandísima estima
tanto entre los artistas como entre los historiadores de arte del siglo XX. El pintor era
importado para España. Procedía de la isla de Creta y llegó a España a través de Venecia.
Este hecho equivale a decir que su ruta artística lo llevó desde los iconos y Ticiano a
su propio y original mundo artístico.
Debió de nacer en 1542, desde la adolescencia se fue a Venecia, al taller del anciano
Ticiano, donde ayudó en la realización de un cuadro que representaba a San Lorenzo. El
maestro estaba extraordinariamente contento con el joven discípulo, pero aquél no lo
estaba tanto y se marchó a Roma pasando por Parma para seguir formándose. En Parma pudo
apropiarse de la técnica del claroscuro de Correggio. En Roma pudo observar con respeto
las obras de Miguel Angel y Rafael. Entre sus cuadros conocidos de aquella época hay
algunas escenas del Nuevo Testamento, como LA EXPULSION DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO,
CRISTO Y LA MUJER ADULTERA. En estos lienzos todavía se siente la influencia de la pintura
veneciana, pero al mismo tiempo ya se revela la personalidad de El Greco y de aquella
calidad que caracteriza sus obras posteriores: el movimiento, el virtuosismo y su profundo
conocimiento del hombre.
En 1577 se fue a vivir a Toledo y allí recibió el nombre de El Greco. Sin embargo en sus
cuadros ponía casi siempre DOMENICO TEOTOCOPULOS, CRETENSE con letras griegas. El rey de
España de entonces Felipe II le encargó unos cuadros y entre éstos EL SUEÑO DEL
FELIPE II.
Durante la segunda mitad de su vida, pasada en Esparta, El Greco adquirió fama y una
modesta fortuna. El artista trabajaba con diligencia extraordinaria y al morir legó
a su hijo más de cien cuadros acabados. El Greco poseía además una profunda cultura.
La época de El Greco era la de la Contrarreforma. Los descendientes de los judíos
desterrados y de los mahometanos fueron cuidadosamente vigilados por la Inquisición,
que detectaba a los herejes y pasaba por la censura incluso los cuadros. El arte de El
Greco parece que hacía olvidar las penas de la vida terrena. El temor no confesado ante
la Inquisición y la fe sincera se unían en el ardor del catolicismo español. Durante
algunos decenios era como si el cielo diera el consuelo. Así también la pintura miraba
hacia el cielo y sólo con Velázquez volvió a la tierra.
El Greco inicia un nuevo sistema de proporciones. Sus figuras se alargan, el rostro
representa la octava parte de la figura entera (según el canón griego clásico el rostro
era la sexta o la séptima parte del cuerpo). Las finas extremidades y troncos flotan
sin peso encima de la tierra.
El Greco es uno de los más grandes maestros del retrato. Pero el gran artista no sólo
era maestro de la sicología del retrato, sino también de la pintura paisajística de la
época. Hacia 1600 pintó el PAISAJE NOCTURNO DE TOLEDO, con nubes de tormenta encima de
la ciudad construida en la región montañosa. La obra cumbre del pintor es su famosísimo
cuadro El ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ.
El Greco murió en 1614 en Toledo, donde fue enterrado. Poco después de su muerte fue
casi olvidado. Su sistema de proporciones, su expresividad eran incomprensibles para
el hombre de los siglos XVII-XVIII. Le tuvieron por un loco de mirada enferma. Sólo a fines
del siglo XIX fue redescubierto por la moderna historia del arte como un precursor del
expresionismo moderno.